domingo, 14 de marzo de 2010

Prisioneros VIP

"Un Profeta" es una película estupenda. La cinta de Jacques Audiard es un deleite audiovisual. Quizás la mejor filmada de las cinco películas que esuvieron ternadas y que perdieron ante "El Secreto de sus Ojos".

La cinta desanda una crítica mordaz al sistema penitenciario francés, y en su derrotero, pone al descubierto el engranaje de corrupción que ocultan los muros y los barrotes, con un guión que relata el ascenso paulatino de un prisionero común y que sirve como visita guiada a los rincones más sórdidos de la cárcel.

La crítica a la endeble función que cumple la prisión en la rehabilitación de los reclusos, sin embargo, queda sepultada debajo de recursos técnicos y estéticos de altísima factura, que dan como resultado un trabajo riguroso y detallista.

La presentación en sociedad del actor Tahar Rahim es auspiciosa, gracias a una interpretación que marca paso por paso la mutación de un ignoto delincuente juvenil al criminal más respetado, utilizando como armas, simplemente las que la estructura organizativa de la muy cuestionada cárcel, le ofrece.

En "Un Profeta", la prisión deja de ser un lugar de rehabilitación para los delincuentes, convirtiéndose en una colegio mafioso de estudios intensivos.

martes, 9 de marzo de 2010

Leche agria

La película de Claudia Llosa, pone bajo el reflector las heridas más profundas que la guerra civil dejó en las poblaciones andinas del Perú. La directora procura hacer un trabajo antropológico (pero no lo hace, pues no existe tal cosa a la distancia) situándose en un pueblo joven -esos nacidos producto del exilio de las poblaciones campesinas- desde donde retrata costumbres y formas de vida, en lo que intenta ser una radiografía cultural. La cinta hace realidad las supersticiones, apoyándose en una historia de vida que pretende ser el paradigma del sufrimiento campesino en épocas de Sendero Luminoso.

La interpretación a cargo de Magaly Solier no admite titiriteros. La actriz, oriunda de Ayacucho -una de las zonas más castigadas por la coacción guerrillera y, aunque no se manifieste, paramilitar- pone al servicio del guión su aspecto cansino y castigado, su dominio del quechua y su bellísima voz. No lo hace así el resto del reparto, elegido justamente entre habitantes de los “pueblos nuevos” cuya nociones actorales son básicas como mucho. Los recursos técnicos son bien utilizados y la película como pieza audiovisual está muy bien lograda, con una fotografía repleta de los matices que ofrece el paisaje peruano y climas muy intensos que recuerdan al mejor estilo de nuestra Lucrecia Martel.

El mensaje corrosivo que vende “La Teta Asustada” fue muy criticado por los peruanos, especialmente por los andinos, quienes acusaron a la cinta de racista y de ofrecer al mundo una visión subdesarrollada y sesgada, de la cultura del país. No obstante, la campana que suena no pareciera portar esa intención, y aunque el estereotipo del poblador andino que se ofrece, peca justamente por ser un estereotipo, es innegable que la historia de un país deja marcas cuyas cicatrices, por molestas que sean, no dejan de ser ciertas. Al fin y al cabo, los pueblos originarios y los pobres latinoamericanos, son los principales perjudicados de las sistemáticas atrocidades vividas por este sector del mundo. Sus aparentes características que fueron castigadas por denigrantes, quizás puedan leerse como el resultado de siglos de segregacionismo, racismo y falta de oportunidades para los pueblos originarios.