"Un Profeta" es una película estupenda. La cinta de Jacques Audiard es un deleite audiovisual. Quizás la mejor filmada de las cinco películas que esuvieron ternadas y que perdieron ante "El Secreto de sus Ojos".La cinta desanda una crítica mordaz al sistema penitenciario francés, y en su derrotero, pone al descubierto el engranaje de corrupción que ocultan los muros y los barrotes, con un guión que relata el ascenso paulatino de un prisionero común y que sirve como visita guiada a los rincones más sórdidos de la cárcel.
La crítica a la endeble función que cumple la prisión en la rehabilitación de los reclusos, sin embargo, queda sepultada debajo de recursos técnicos y estéticos de altísima factura, que dan como resultado un trabajo riguroso y detallista.
La presentación en sociedad del actor Tahar Rahim es auspiciosa, gracias a una interpretación que marca paso por paso la mutación de un ignoto delincuente juvenil al criminal más respetado, utilizando como armas, simplemente las que la estructura organizativa de la muy cuestionada cárcel, le ofrece.
En "Un Profeta", la prisión deja de ser un lugar de rehabilitación para los delincuentes, convirtiéndose en una colegio mafioso de estudios intensivos.

