martes, 18 de agosto de 2009

A 50 años de "Kind of Blue" (y lo que el tiempo nos dejó)

Mi vida musical está marcada por un génesis paradójico por definición. Embelesado por el talento sobrenatural de los trompetistas, una tarde gris e inusualmente fría, entré por primera vez al deprimente edificio de la escuela de música local. En ese entonces, los cimientos añejos y húmedos parecían incapaces de soportar por mucho tiempo el embate de un Si Bemol inspirado. Vetusta e insufrible, la construcción tan sólo atraía por la promesa implícita de un deleite musical, muchas veces esquivo, pero siempre latente.

Así, con 13 años y una ignorancia supina (que los años no han logrado solucionar, pero sí remendar) entré en la vieja escuela de calle Libertad con la firme intención de aprender a ejecutar -en ese entonces era “tocar”- ese instrumento que había puesto en acción dentro mío, un mecanismo que a lo largo de mi vida, pocas situaciones, cosas y personas lograron activar.

Apenas asomando al mundo de la música (y subrayo el apenas con especial énfasis) había escuchado en un viejo cassette de los tantos que mi padre guardaba en un portafolio especialmente diseñado para ordenar las cintas, el Jazz según una “Big Band” cuyo nombre jamás conocí. Era algo similar a lo que hoy reconozco en Glenn Miller o Benny Goodman, un Swing blanco, aún lejos en el tiempo de la llegada del Bebop y los metales revolucionarios de Charlie Parker. Pero esos sonidos (que en la actualidad reemplazo por infinidad de otros músicos) bastaron para que me enamore de la trompeta, instrumento complejo, poco atractivo, rechinante y que cotiza en la bolsa de la música popular con un valor inestable.

Pero regreso al viejo edificio académico, porque allí comenzó mi relación de espectador perplejo y desahuciado del instrumento al que Miles Davis, Chet Baker, Dizzy Gillespie, entre tantos otros, exprimieron hasta su expresión más primaria. Decidido a dar con el profesor que me indicaría que pistones apretar, me topé (y aunque no creo en el destino, la vida últimamente me llevó a repensar teorías que consideraba inamovibles) con quien me regaló las primeras herramientas para hacer sonar un tubo metálico a través de una caña de madera y una boquilla de plástico duro: Eduardo Aguirre, profesor de saxofón actualmente en sana y confiable actividad.

Esa es mi verdad de la milanesa. Jamás quise aprender a tocar el saxo. Mi anhelo era ser un trompetista como Miles Davis. Escribo esto porque se cumplieron 50 años de “Kind of Blue” uno de los discos más influyentes para el género Jazz, pero yo en particular, celebro mi propio aniversario, el que me alejó de un amor sincero e inmediato y me puso junto a un instrumento que aprendí a valorar con el tiempo y al que toco por comodidad, “porque está ahí”, como quien se enamora de lo cotidiano y aprende a quererlo a fuerza de resaltar sus supuestos brillos en lo que no se anima a reconocer opaco. Lejos de lo que realmente lo deslumbra.

11 comentarios:

☀Pau☀ dijo...

Yo te escuché tocar trompeta y a pesar de tu autocrítica y tus ganas de ser más que lo hasta ahora sos, tu presentación no fue la del novato que chirria notas en un edificio que no le dará brillo sino la de un aplauso genuino de haber disfrutado buena música.

Jove Kovic dijo...

Sólo cabe arrodillarse ante ellos y adorarlos.

Mi Alter - Ego Super Espiritual dijo...

Lindo fragmento de tu vida... es arte complicado el de tocar la trompeta...es lo que pienso yo.

que estes muy bien, un abrazo.

Au revoir, Adio y bye.

Blues Deluxe dijo...

bronx buenisimo post muy emotivo, comparto tu sentimiento por este magnifico instrumento, hace tiempo tambien fui embelesado por los sonidos del gran satchmo que trastoco los cimientos mas hondos del corazon, algo mágico e inigualable. Que sea jazz!! =) abazo manete

Silvio dijo...

Pau Gracias Pauli por tu cariño. Me acuerdo que escuchaste algunas grabaciones. Pero no era trompeta, era saxofón lo que tocaba (se te chispoteó, ya sé)
Jovekovic Amén hermano.

Diego Difícil el asunto de intentar seguir los pasos de estas bestias. Paso por tu blog. Un saludo.

Blues Deluxe (Lucho) Realmente bro, escuchar interminablemente, no solo Kind of Blue, sino discos impresionantes como "Round About Midnight" sólo pueden traer felicidad. Un abrazo enorme hermano.

☀Pau☀ dijo...

Qué facilidad p'al ridículo ¿no?

Marcela dijo...

Solo puedo decir que desde mi absoluta ignorancia, solo puedo admirar a los trompetistas, saxofonistas ( etc de instrumentos de cualquier tipo) porque amo la música, pero no puedo ni tocar un timbre sin desafinar. Subjetivamente creo que debe haber pocos sonidos más agradables que el del saxofón y me hubiera encantado aprender a ejecutar ese instrumento (¿hay algo tuyo en you tube o algo así? me encantaría escucharte).
Besos.

Daniel Os dijo...

Lejos de lo que realmente deslumbra… ahí es donde se encuentra verdadero el amor, el que atraviesa la etapa del encantamiento y cargado de razones sigue estando ahí.
Felicidades, entonces, en este aniversario tan significativo.
D.

Silvio dijo...

Pau Si supieras de mis andanzas, no dirías eso.

Marcela No hay nada mío en You Tube, aunque se encuentra cada cosa que bien pudiera. Hace un par de semanas dejé un link de Rapidshare para descargar un par de temas que grabé hace algunos años cuando el entonces armonicista de Pappo visitó Santiago. Los tengo por aquí, veré la forma de pasártelos.

Daniel Mientras tanto ¿qué hacemos con el deseo? ¿Y qué ocurre cuando al atravesar la etapa del encantamiento lo único que queda es una desidia abrumadora y seguimos adelante por el impulso, por la inercia que genera el miedo?

Liita dijo...

Que divinura....lo que daria por saber tocar...la flauta,..pandereta,...triangulo...o en su defecto tock...tock...algo...pero nada..a mi no se me dio....Ojo! Todavia! ajajjajaaj....Peor mientras me conformo con q mi amigo Silvillo..toque en mi casorio.....ahhh q compromiso papá!!! Kisses!Love the post! :)

Paloma dijo...

Si ... pero vale tu aclaración de "amor a primera vista" y "cotidiano acostumbramiento" ... y el verdadero amor resiste a lo cotidiano y es mas, creería que este hecho hace que puedas relajarte, "descargar" tensiones, sentir la paz interior que te da tocar el saxo ... (es como ver a tu mascota durmiendo hecha un bollito, te enternece, vas y lo levantas y le pegas unos cuantos apretones, le das unos besos y le dices boludeces -que piensas que ellos no entienden-se comprende la analogía? =/). Ya había opinado acerca de las situaciones cotidianas en el artículo anterior.
Que mágica es la música no? uno se enamora indudablemente, solo que elegimos diferentes formas de fundirnos en ella y creo (corrección si estoy equivocada) que el saxo es la forma en que tu cuerpo se proyecta mas comodamente. Todo tiene "que ver" y nada está elegido en esta vida aleatoriamente...
Gracias por haberme metido el Blues en la cabeza ... (esta "memory of elephant" te está eternamente agradecida ...)