Y finalmente llegó. Tras el largo (pero original) derrotero que antecedió a su
producción y lanzamiento y que incluyó cinco películas, el largometraje de uno
de los grupos de superhéroes más importantes del universo Marvel fue estrenado
provocando una explosión de testosterona nerd alrededor del globo, que se
traduce en una taquilla despedazada y medios no especializados haciéndose eco de
una cinta de este tenor.
Hulk, Iron Man, Thor, Capitán América, Hawkeye,
Black Widow, Nick Fury, Loki y su ejército Chitauri transforman la pantalla en
una enorme viñeta, o mejor aún, en una página doble repleta de detalles, héroes,
explosiones y embebida en la más pura energía cinética. El resultado es un
blockbuster monstruoso donde la acción y la comedia van de la mano y
que se sostiene no solo por un guión previsible pero sumamente dinámico, sini por una
avalancha de bienvenidos FX, la interpretación de un Robert Downey Jr. que
pareciera haber nacido para encarnar a Tony Stark y la excelente utilización de
Hulk, personaje que los guionistas (al fin) comprendieron a la perfección,
explotándolo desde todas sus aristas en un 100% y convirtiéndolo en uno de los
puntos más elevados de la película.
En ese sentido, Joss Whedon dirige
con buen pulso un largometraje que por previsible, no deja de ser motivo de
disfrute para quienes gustan del cine de ciencia ficción y hacen del género
fantástico una suerte de culto. Y probablemente es porque resulta absurdo
pretender encontrar en “The Avengers” algo más que los componentes que le dan
forma. Principalmente tras cuatro años de películas que sirvieron como
antecedentes y permitieron trazar una idea de lo que sería el resultado final.
Estamos ante una producción llamada a romper récords de recaudación y demostrar
que los recursos actuales permiten que el séptimo arte refleje el contenido de
una historieta, por muy descabellado que sea.
Por eso el objetivo
primario que parecía perseguir la elaboración de un film tan ambicioso,
probablemente ha sido cumplido. Así como la DC Comics -a través de Warner Bros-
dedicó a hacer una reparación cinematográfica de uno de sus personajes
emblemáticos como Batman, produciendo cintas que ya son consideradas obras
maestras por motivos que he enumerado en críticas pretéritas, Marvel optó por
producir incansablemente películas (alguna de una calidad irrisoria, como las
dos partes de Ghost Rider) de la mayor cantidad posible de sus personajes.
Y no está mal. Si trazamos un paralelismo, algo similar sucedió en la
historia de ambas editoriales. Fue DC quien a partir de 1984 tomó la lanza y
publicó historietas como Watchmen, V for Vendetta o The Dark Knight Returns,
entre tantas otras que marcaron un rumbo a seguir y significaron un quiebre en
la manera de hacer, consumir y, por sobre todas las cosas, considerar a la
narrativa dibujada. Mientras tanto, Marvel hacia lo propio pero desde otro
lugar, con historias no tan explícitas pero que permiten una segunda lectura,
como “Squadron Supreme” de Mark Gruenwald, sólo por citar alguna.
En ese
afán comparativo -y sin la intención de que suene como un ejercicio maniqueísta-
en el cine reciente de ambas editoriales ocurre algo similar. Marvel apunta sus
cañones a la producción de películas que puedan enmarcarse sin dudas dentro del
género fantástico. DC, se anima a alejarse (a veces) de las convenciones de ese
género -sin abandonarlo, claro- aspirando a convertir sus películas en pequeñas
gemas que llamen la atención de un público más crítico y adulto.
Con
esta distinción hecha, se podría decir que “Los Vengadores” es una gran película
de superhéroes. Pochoclo de calidad realizado si mayores aspiraciones. Una
catarata de efectos visuales tremendamente logrados y puestos al servicio de un
género que encuentra en la modernidad las herramientas necesarias para explotar
al máximo.
Probablemente, sea ésta la primera de muchas cintas por
venir, y que permitirán un análisis más estricto. Pero de lo que no hay dudas,
es de que será recordada como la primera gran película basada en un grupo de
superhéroes, lo cual teniendo en cuenta la extensión del camino recorrido por el
séptimo arte, ya es mucho decir.